lunes, 9 de febrero de 2009

ORGULLO Y PREJUICIO

El desencadenante de querer escribir, simplemente cruzarme con el fotograma del baile en la pantalla, que me absorbió totalmente hasta que terminó el film.

Puede que me identificase irremediablemente con el carácter de Elisabeth Bennet, o quizá hubo algo de conexión con sus experiencias vitales.

El día después busqué rauda en la biblioteca a Jane Austen, y localicé un ejemplar de orgullo y prejuicio nada gastado para mi sorpresa, y en él, una historia mucho más arrolladora que en la película, un universo mucho más "grandioso" y a la vez "íntimo" que se abría ante mí.

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