La carta. Ah! si yo hubiera recibido esa carta... Nada me hubiera producido una mayor turbación de espíritu. Intentar comprender los motivos que su mano tenía para escribir esas letras. Como en el film de 2005, Elisabeth pudo quedar anonadada. Él no tenía por qué escribirla, su alcurnia era mucho más superior y es por eso la magnífica importancia de su paso. Después del orgullo que seguía demostrando en cada línea, explicando los motivos que le habían impedido declarar antes sus sentimientos, yo, como buena (Bueno, mala) Elisabeth leo entre los renglones:
" Confío en usted lo suficiente para entregarle mi alma por escrito ", " "Todos mis sentidos me dicen que no debo decirle todo ésto, pero mi sensibilidad me obliga a defenderme."
Palabras de peso, provocan en el Mr. Darcy interpretado por Collin Firth no dormir en toda la noche, escribiéndolas, y en la Liz de Keyra (2005) el paso de todo un día asimilándolas. Para ella, que Austen la dibuja en uno de sus paseos cerca de Rosings Park, mientras Darcy se acerca a entregarle su carta, una dificultad añadida: Ser mujer en el siglo XIX. No podía ella intentar hablar nada más con el autor de la carta, de intentarlo hubiera sido un atrevimiento buscarle, encontrarle y seguir discutiéndolo.
A Ambos solo les queda el tiempo para seguir reflexionando y ver al fin que su próximo encuentro (Será en el hermoso Pemberley) debe resultar para los dos una oportunidad de acercamiento y de mejora de caracteres. De ahí la nueva actitud de Darcy al ver a ella en su casa, y Elisabeth también intentará ser menos visceral y acoger su cariño y atenciones(Mejor demostrados) de la mejor manera. Si ser testigo de la historia como lectora es apasionante, en primera persona es, debe de ser, ... sublime.