miércoles, 29 de abril de 2009

I Jornadas sobre Infancia y familia




En medio de unos días de vorágine donde no encuentro la inspiración ni los derroteros por donde conducir la historia de amor que me hace más ilusión del mundo (Por encima de la mía propia a veces: Lo juro) esta servidora se dirigió ayer en la tarde a las I Jornadas sobre Infancia y Familia que se celebraron en mi ciudad. Como yo, muchos docentes y padres preocupados por la situación actual y los problemas actuales de los niños, y la conferencia se titulaba: "En la Coeducación ganamos todos/as". La licenciada en Sociología (Dña. Carmen Ruiz Repullo, nos dejó gratamente sorprendid@s de la educación que hemos recibido tod@s desde hace ya años y que nos condiciona en todos los minutos de nuestra vida.

Una anécdota que contaba era acerca de cómo los cuentos son sexistas muchas veces, sus personajes:
- El héroe (Masculino por supuesto)

- La bruja (Femenino por supuesto)

- La princesa (Femenino por supuesto)

y describía como tanto la princesa siempre era buena incluso hasta ser sumisa en todo y la bruja malvada, y ambos roles se aplicaban hasta la sociedad a nosotras, las mujeres incluso aunque no se le de importancia.

Así describía La Bella durmiente como el peor cuento en cuanto a coeducación pues trataba de una chica que pasa todo el cuento durmiendo y solo el beso de un principe azul (color asociado al sexo masculino) podía sacarla y salvarla de tal estado. También muchas veces exigimos a los hombres demasiado en esa tarea de salvadores, les cargamos de responsabilidad. Comparto completamente la idea que esta profesional expuso a cerca de la educación para chicos y chicas. Y los que me conocen dirían que no estoy siendo totalmente sincera si omito lo que sigue:


Me encanta Orgullo y prejuicio, me encanta Jane Austen y la época costumbrista en la que todo lo que narraba era un hecho. Obviamente la mujer estaba relegada de una forma oscura en la sociedad de la época pero contrariamente a lo que muchas feministas opinan no creo que Austen sea una escritora machista ni creo que degenere a las chicas hablando de galanes estupendos sino que precisamente mi novela preferida muestra a una mujer apasionada, capaz de sentir ira y pasión (Asociados desde la cultura más arraigada al género masculino) y a hombres capaces de tener tristeza y sensibilidad (Asociadas tipicamente al sexo femenino) y que en esta novela se saltan las convenciones sociales del entorno de la época
como la diferencia de clases a la hora de la unión en pareja.


He dicho. Y dicho esto, prometo que la próxima entrada debe ser una entrada en condiciones, que prosiga la historia que me he empeñado en contar entre Fitzwilliam y Elisabeth.

lunes, 27 de abril de 2009

Bienvenida

Querida Elisabeth:

Me han informado que llegará usted a la provincia mañana por la tarde y me gustaría darle la bienvenida al lugar donde nací y he crecido. Esta nota le llegará probablemente con mi criado al lugar donde sus tíos, los señores Gardiner han hecho la reserva. Llevo varios días en Londres, donde estoy resolviendo unos negocios de última hora. No acierto a decirle si podré regresar antes que den por terminada su visita pero terminaré todo lo antes que pueda.
Esperando su estancia en Derbys sea agradable y su viaje satisfactorio, le reitero mi invitación más calurosa a visitar Pemberley. Prometo que sus bosques y su lago no la dejarán indiferente.
F. Darcy

jueves, 23 de abril de 2009

Nuevas desde Longbourn


Longbourn, 23 de abril de 2009

Estimado señor:

Justo a la hora en que llegamos a casa, me dispongo a escribirle aprovechando la tranquilidad de la madrugada. Todos duermen, supongo aunque las chicas están más irritadas que de costumbre por la despedida de los oficiales. Se irán a finales de mes.

Jane, y yo misma somos ajenas a estos sufrimientos y nuestras mentes andan por otros lugares. Si le soy sincera, este baile ha sido aun peor de lo que creía porque aunque la ya señora Collins prometió acudir solo lo hizo su irritante marido, mi pariente y se ha cansado hasta la saciedad de hablar por ella de la felicidad que él mismo le suministra.
¡Pero qué hombre!

Por otra parte, desde que conozco su historia con Wickham lo menos que intento es evitarle. Ha repartido toda la noche con Kitty y Lidia, que son según mi padre, lo suficientemente tontas para sufrir por él. Papá es el único que se ha dado cuenta de que no hemos hablado en ningún momento de la noche ni compartido ningún baile, y anda extrañado porque creía firmemente que era un joven interesado en mí.

Hemos escuchado rumores que dicen que en Netherfield Park hay de nuevo actividad de idas y venidas de criados, y preparativos que pueden indicar el regreso de su amigo, el señor William Bingley.
¿Ha vuelto usted a verle?, ¿Sabe cuánto de lo que se dice aquí es cierto?
Intento que esos ecos no lleguen a oídos de Jane, pero no sé si mañana en el desayuno podré evitar que mamá lo saque a relucir. Sin duda será una nueva fuente de preocupaciones para ella.
Viajaré con mis tíos al fin, para acompañarles y cambiar un poco de aires, aunque el tiempo está mejorando el paisaje aquí en Longbourn.
Por eso, le insto a no responder a esta misiva porque Lidia tiene la mala costumbre de abrir mis cartas cuando me ausento.

En mi próxima carta espero relatarle alguna anécdota de mi viaje.

Esperando que usted y su familia se encuentren bien, se despide

Elisabeth.

lunes, 20 de abril de 2009

Desde Pemberley

Pemberley, 20 de Abril, 2009

Querida señorita Bennet:

Espero que el tiempo que de que disponga lo use para pensar al menos algo en todo lo que ya le expuse, no como una exigencia mía sino como un deseo que me conozca un poco mejor y para la tranquilidad de sus sentimientos. No soportaría que me guardase ningún rencor.
No puedo por menos que alegrarme sobre el acontecimiento del que me habla. Que los oficiales abandonen Meryton es una buena noticia en sí misma porque el carácter 'ocioso' de alguno de ellos es bien conocido. Si aunque me duela el nombrarle, hablamos de su antiguo amigo, el señor W., aun recuerdo nuestro horrible encuentro después de un año sin vernos, cuando caminaba junto a ustedes por la ciudad.

No negaré que me impresionó mal encontrarla en tan malvada compañía, pero el destino es cruel y nos reserva sorpresas a cada esquina. Me volví loco al pensar cuanto daño pudiera hacerle pues sus sentimientos son algo más que turbios y su proceder tiene el mismo color. Su mirada desafiante hizo que la viera en el peligro evidente que sufrió antes mi hermana y, no descansé hasta que usted supo toda la verdad sobre el caso.
¿Irá usted al baile después de todo? Miento si le digo que puedo asistir a ese evento porque me es del todo imposible, pero cuide bien de sí misma, se que tiene usted el mejor de los criterios. Escríbame sin embargo para confirmar que está usted bien, a pesar de que sus tíos les abandonen por su viaje.

Prométame que alguna vez podré regalarle algún libro de la biblioteca de Pemberley y si me permite la libertad, que usted pueda escogerlo en la misma estantería donde descansa hoy, como creo que sucede con cada centímetro de mi casa y de mí mismo, aunque sólo sea para ver la prueba de su sincera amistad, meta superior para este que le escribe. No se preocupe, remitiré la carta a Meryton si recibirla en el mismo Lougbourn le produce algún desasosiego. Lo último que pretendo es incomodarla y que tenga problemas debido a mis letras.

Espero absorto su respuesta que ahora es mi aire.

F. Darcy

jueves, 16 de abril de 2009

La respuesta que me pidió

Meryton, 16th April, 2009

Estimado señor Darcy:

Compuebo por qué es usted parco en palabras: Gusta de expresarse con la tinta en lugar de las antes mencionadas y revela más su carácter en el papel que en la fresca función de la danza. Pese a todo le aseguro que aun me encuentro bastante confundida con los hechos en los que me dice haber participado y todavía me pregunto como no los he confiado a alguien para aplacar mi carácter y mis nervios. Para serle sincera, esta correspondencia no me ayuda nada a mantener el secreto de sus confesiones, porque Jane espera con cada llegada del correo alguna carta de su amigo, que le explique su fugaz salida de la vecina Netherfield.
Desde allí, yo respondí su anterior misiva para evitar la extrañeza de mi familia. En Longbourn nadie está acostumbrado a que las damas escriban, y menos aun correspondencia con la posta. Mary al menos es aficionada a la poesía pero mi pasión por la lectura nunca se equiparó al arte de la escritura. Por tanto solamente devoro los libros y desde hace un mes intento escribir no se si con alguna propiedad.

Me alegra que Georgiana se encuentre bien y mi preocupación es mi hermana mayor. Cada día rezo para que Jane exteriorice su tristeza de una forma más franca para poder ayudarla. Creo que sufre de veras y mi consuelo no lo ha pedido firmemente sino que todo lo calla para sí. Albergaba esperanzas muy sinceras de que en Londres, el señor Bingley le hubiera explicado, pero se encontró con la señorita Bingley que únicamente le confirmó su frío mutismo...


Aquí está lloviendo practicamente cada día y no se puede distraer el alma con un sólo paseo, la biblioteca de mis tíos Gardiner es en este momento y en la mayoría de las horas mi verdadero hogar. Ellos me tienen como a una hija en su casa y me invitan a sabiendas de mi pasión por los libros. Pero saldrán de viaje en cuanto mejore el tiempo y temo, nos dejarán por algunas semanas para visitar las montañas del norte. Quizá mamá y Lidia estén ya pensando en el baile de despedida de los oficiales al que no se si asistiremos para salir de estos días grises.

P.D. Debo pensar que corroboro la amistad que me pedía con otra carta puesto que recibirá ésta. Comprenda sin embargo que todo acontecido es mayúsculo para mí.

martes, 14 de abril de 2009

Un gran símbolo




Pemberley, Derbyshire, 14 de abril, 2009
Estimada señorita Bennet:

Contesto a su misiva tan pronto o quizá antes de lo que mis negocios me lo permiten. Por supuesto espero que su familia se encuentre bien y que no tenga motivo alguno de preocupación en estos días.
Están siendo para mí horas de gran agitación porque Londres es un lugar demasiado 'ambientado' para mí, con demasiada gente, demasiados compromisos y demasiados bailes a los que acudir. Bien conoce mi poca afición a esta clase de eventos que para mí pasan sin conversaciones interesantes ni de otro tipo. Ya me conoce, no tengo la facultad de hablar con desconocidos. Sin embargo, mientras le escribo tengo una facilidad pasmosa de rellenar línea a línea (Podría ocupar todo el papel del mundo para contarle tantas cosas...), unas sensaciones mucho más diferentes llenan mi alma: Estar en casa, oír a Georgiana en sus prácticas musicales, nadar en el lago o respirar los bosques. Aun sospecho que me falta 'algo', a esta casa le falta alguien para que yo pueda encontrarme realmente como en casa. Espero que algún día pueda venir a visitarme, si quiere, traiga a Jane consigo. Mi hermana estará encantada de conocerlas. Su espíritu, en un pasado castigado está mejorando poco a poco, y con él también el mío. Aunque contar con su carta me ha ayudado mucho. Temí no poder explicar todo lo que debía. Prométame sólo otra más para poder contar con el tesoro de su amistad, Elisabeth.

Suyo, F. Darcy

lunes, 6 de abril de 2009

Estimado Sr. Darcy

Netherfield, 6 de abril de 2009
Estimado Sr. Darcy:
Debo agradecerle la molestia que se tomó escribiendo esta carta en la que explica sus "motivos", se justifica, quiere que le entienda.
Comprendo su preocupación y sabiendo perfectamente de sus sentimientos hacia mí, siento en lo más profundo de mi alma haberle causado dolor.
Mi condición de mujer, y de invitada en casa de mi amiga, la señora del reverendo, Charlotte ya la conoce, me obligan a seguir en todo momento los dictados de su agenda. No puedo ni debo atreverme de ningún modo por tanto a asegurarle ninguno de mis sentimientos ni de la falta de ellos a no ser por esta vía, que también usted ha usado.
Nuestro encuentro en casa de su tía, de la otra noche me permitió conocer al coronel y después de varias conversaciones con él, me había permitido hacer un suave esquema de su carácter, pero nunca intuir su forma de pensar sobre mi persona, ni la estimación que dice sentir hacia mí. Le reitero mi sorpresa y mis mejores deseos, no fue buena la forma en que el otro día conversamos, ni muy acertadas nuestras palabras. Disculpe todas las mías, debo olvidarlas pero amo demasiado a Jane y siento una pena inmensa al verla rechazada y enamorada como ella estaba, aunque es la mejor hermana del mundo y no pronuncia una sola queja en mi presencia.
No le diré nada a Jane de su intervención en la relación que mantenía con el señor Bingley, porque me temo que se apenaría mucho más sabiendo del amor de William que a mí ya me cuesta noches de imsomnio.
¡Cuán felices pudieron haber sido!
De la misma forma en que yo protejo a Jane le comprendo en su mismo caso con su hermana Georgiana, y le apremio a que siga cuidando con el mismo desvelo de circunstancias tan grises como las que me ha contado. Nunca habría esperado eso de Wickham.
Puede estar seguro de mi reserva más completa en estos temas y de que sus palabras estarán seguras en mi alma. Espero lo mismo de usted.
Quizá otra velada pueda tocar para usted alguna pieza aunque no sea una pieza demasiado alegre.
Elisabeth Bennet.

miércoles, 1 de abril de 2009

Los poetas del siglo XVI

En la España del siglo XIX, el italiano Petrarca inspira con su corriente literaria a Garcilaso y a otros poetas como Gutierre de Cetina, soldado y poeta como todos los caballeros renacentistas. Sólo vivió 37 años pero con la intensidad que da el vigor de la juventud. Algunos de sus versos:

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis,
miradme al menos.
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Cubrir los bellos ojos
con la mano que ya me tiene muerto,
cautela fue por cierto;
que ansí doblar pensastes mis enojos.
Pero de tal cautela
harto mayor ha sido el bien que el daño,
que el resplandor extraño
del sol se puede ver mientras se cela.
Así que aunque pensastes
cubrir vuestra beldad, única, inmensa,
yo os perdono la ofensa,
pues, cubiertos, mejor verlos dejastes.